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martes, 12 de marzo de 2013

Leyendas moteras


Un Ala Plateada



Paco bajó las escaleras de su casa léntamente y con cuidado. A su edad y con su artrosis incipiente ya no podia hacerlo de otro modo. Terminó de bajar las escaleras y se dirigió hacia la puerta del garaje. La abrió y entró. Avanzó entre la penumbra hacia la ventana y subió la persiana. Entonces la luz que de repente invadió el local, dejo a la vista un garaje un tanto desordenado, con más o menos las cosas que hay en todos los garajes particulares: una segadora, unas estanterias con objetos varios, algunos de los cuales difíciles de identificar, un cuarto decalderas, un coche que habia conocido mejores tiempos, algunos aperos de jardineria, un viejo armario ropero con espejo en las puertas, una bicicleta con aspecto de no ser utilizada, en fin, todo eso y alguna cosa más sin importancia. 


Lo que diferenciaba ese garaje de la mayoria de los garajes, era un bulto de buen tamaño que tapado con una vieja sábana, ocupaba una buena parte del local. 

Paco avanzó hacia donde se encontraba ese bulto y con cuidado y mucho protocolo, como si lo hubiera hechomil y una veces, fué retirando poco a poco la tela que lo cubria. 
según lo iba haciendo, sus ojos se iban abriendo cada vez más y más parecian brillarle, hasta que al dejar aldescubierto del todo lo que allí habia, sintió como su desgarbada figura se hinchaba de aire y el corazón le latia más deprisa. 

Allí estaba, como si el tiempo no pasara por ella, una magnífica Harley-Davidson Electra Glide 1200 FLH del 76 roja y negra, brillando como si tuviera luz propia. 

La contempló un rato y la rodeó léntamente hasta llegar a su costado izquierdo. Con bastante esfuerzo y algo de dolor, asió el manillar con su mano izquierda, levanto su pierna derecha y la pasó por encima del asiento. Metió su mano en el bolsillo del pecho de la chaqueta y sacó la llave de contacto. La introdujo y arrancó el motor
El motor de 74 pulgadas, rugió con un primer estampido para seguidamente quedar al ralentí con ese característico sonido desacompasado del que hacen gala las máquinas de la "company". 


Apretó el embrague, engranó primera con un sonoro ruido sordo y volviendo la cabeza hacia un lado se contempló en el espejo del armario ropero. Dejó que el motor diera unas vueltas más y después de volverlo a punto muerto, lo apagó. 
Se bajó de la moto y fué hasta la estanteria, donde cogió una gamuza, la dobló en cuatro partes y comenzó a pasarla cuidadosamente por la moto, quitándole el poco polvo que tenia. 
Esperó a que el motor y los escapes se enfriaran y vovió a cubrirla con la misma vieja sábana. 


Eso fué todo. Eso era todo todos los dias desde hacia años. Paco ya no podia salir con su moto como cuando era más joven. sus maltrechas rodillas ya no podian aguantar el peso de los más de 300 kg. de hierro de Milwaukee que pesaba su querida moto y sus manos ya no tenian suficiente fuerza y precisión para manejar su manillar.

Ese momento del dia era de sensaciones contradictorias. 
Por un lado se sentia más vivo y animado y por otro lado sentia nostalgia de los kilómetros recorridos durante una vida, unas veces en compañia de amigos moteros como él y otras en solitario, de los viajes que habia realizado y sitios que habia coocido, de las concentraciones a las que habia acudido, de las risa y los buenos momentos vividos, incluso de las mojaduras y el frio que a veces habia sufrido. En definitiva, de una vidallena de intensos momentos a la moto. 

Con aire triste, cerró la puerta del garaje y se dirigió de nuevo a la escalera para subir a su casa, donde desayunaria antes de dirigirse al pueblo, donde todos los dias hacia sus compras cotidianas. 
Una noche de otoño, llovia y no poco. Serian poco más de las siete, pero ya habia oscurecido hacia un rato.Paco tenia que acercarse al pueblo, hoy tenia clase de internet. No era algo que le apasionara pero le servia para distraerse y relacionarse un poco.
Bajó al garaje y no sin antes dedicarle una mirada al bulto que hacia la vieja sábana, se subió a su coche, arrancó el motor y accionó el mando del portón. 

Salió del garaje y volvió a accionar el mando. Cruzó los metros que separaban su casa de la carretera y girando hacia la derecha, se dispuso a recorrer los ocho km. que le separaban del pueblo. 
Seguia lloviendo con ganas y no habria completado la mitad del recorrido, cuando vió en la orilla de la carretera un chico cuya moto le habia hecho la jugada de dejarlo tirado en mitad de la tormenta. 
Apiadándose de él, se detuvo a su lado y con voz firme le preguntó: 
-!Eh chaval, ¿necesitas ayuda? 
El chico se agachó hasta la altura de la ventanilla y le contestó: 
-Me vendria bien que me acercase hasta el pueblo, . A por la moto van a venir unos amigos en breve, pero yo no tengo por qué estar aquí mójándome. 
Paco le abrió la puerta para que entrase y al hacerlo vió la moto del chico. Era una custom negra, bicilíndrica en v y con unos curiosos espejos en forma de ocho girado y aunque no reconoció el modelo, le pareció muy bonita. 

De camino al pueblo, hablaron animadamente de motos y de moteros y a los pocos minutos, ya daba la sensación que se conociesen de siempre. 
Al llegar al pueblo, el chico pidió que lo dejase en el primer bar que encontraran y Paco así lo hizo. Al parar el coche, el chico quiso corresponder el gesto de Paco y le regalo su braga de cuello. Era una braga sencilla, negra de lycra, poco usada y como único adorno, una alita plateada. 
El chico se despidió dando las y al darse la vuelta para entrar en el bar, Paco observó que la misma ala plateada lucia en el parche dorsal del chaleco del chico. 
En el vije de vuelta hacia su casa, Paco recordó el lugar donde se habia quedado la moto y allí ya no habia nada. 
-Ya la han recogido-Se dijo Paco. 
Al dia siguiente, amanecieron los campos helados y Paco pensó que seria buena idea ponerse la braga que aquel chico le habia dada, algo le abrigaria. 
Salió de su casa, bajó la escalera y entró en su garaje, como todos los dias. Paco subió la persiana y comprobó que aún no habia amanecido del todo, aunque algo se veia. 

Paco repitió ceremoniosamente su pequeño rito diario, descubrió la moto, agarró el manillar con su mano izquierda y pasó ágilmente su pier derecha por encima del asiento. Paco se quedó sorprendido, no le habia costado subirse a la moto. Sacó la llave del bolsillo del pecho y arrancó el motor. Se miró en el espejo del armario y entonces se quedó sin aire. La imagen que el espejo le devolvia era la suya propia con cuarenta años menos. Por acto reflejo, soltó el manillar y su imagen cambió. Ahora el reflejo volvia a ser el de siempre. Con mano temblorosa asió de nuevo el manillar y con los ojos tan abiertos como era capaz, giró lentamente la cabeza hasta alcanzar el espejo con la mirada. Esta vez no soltó el manillara ni miró hacia otro lado. Se quedó observando fijamente, reconociendose como el hombre que habia sido hacia cuarenta años. 
Mantuvo la mirada unos momentos mientras una oleada de calor recorria su cuerpo. Bajó la cabeza, soltó el manillar y se bajó de la moto. Fué hacia el espejo mientras se quitaba la chaqueta y la braga que aquel motero le habia dado. Miró al espejo detenidamente y luego a la moto y así varias veces. 

Cuando se tranquilizó un poco, volvió a sentarse en la moto y agarrando el manillar, dirigió la mirada de nuevo hacia el espejo. Su imagen era la del Paco de siempre. Se quedó pensativo unos momentos, mientras sus ojos se movian nerviosamente de izquierda a derecha, cuando estos fueron a posarse sobre la braga que habia dejado encima de la chaqueta. Un rápido pensamiento cruzó su mente mientras le pareció ver que el ala plateada que adornaba la braga relucia de forma extraña, como si reflejase una luz que allí no habia por ningún lado. 
Paco se bajó de la moto, se acercó a la braga y se la puso. 
Volvió a sentarse en la moto, se agarró al manillar y cuando se miró una vez más al espejo del armario, volvió a verse tal como era hacia cuarenta años atrás. Ya no dudó que la braga era la responsable del cambio. 
Un poco menos nervioso, constató que no sólo era su imagen la que habia mejorado, sino que realmente se sentia como si tuviese todos esos años menos. También comprobó que su imagen tan solocambiaba en el espejo. sus manos y todo lo que alcazaba a ver de su cuerpo era como se esperaba que fuera para su edad. 
Con todo el aplomo que consiguió reunir subió a su casa y cuando bajó de nuevo, llavaba puests una vieja cazadora Vanson de cuero en su mano derecha un casco tipo Cromwell y en la izquierda unos guantes de cuero algo raidos. 
Accionó el mando del portón, se subió a la moto y se puso el casco y los guantes. Arrancó el motor y lanzó una última mirada al espejo, para asegurarse de que lo que quiera que fuese que provocaba esa situción, seguia funcionando. Engranó primera y salió. Recorrió los metros que le separaban de la carretera y giró a la izquierda. Y rodó. Rodó con la misma excitación que el dia que estrenó la moto. Recorrió kilómetros y kilómetros sin cansarse. Llenó el tanque y tan solo tomó un sandwich y un refresco en aquella gasolinera. No habia tiempo que perder. 
Cuando le pareció que estaba lo bastante lejos, se dió la vuelta hacia su casa. Cuando llegó, guardó la moto y se miró al espejo otra vez. Se bajó de la moto y se vovió a mirar. La sonrisa que le habia acompañado todo el viaje aún no habia abandonado su rostro. Cerró el garaje y subió a su casa con paso cansado. Entró y se dirigió hacia el sofá desde donde siempre veia el televisor, solo que esta vez no lo encendió. Se dejó caer en el sofá y lloró. Lloró de pura felicidad por haber vuelto a sentitse vivo, por haber vuelto a sentir el aire en su cara y sobre todo por haberse vuelto a sentir él mismo. 
Al dia siguiente, repitió los mismos pasos del dia anterior y volvió a rodar. 
Aún dudaba de que aquello fuera un sueño, lo que si tenia claro, es que habia que disfrutarlo. Y aquel tipo que le habia dado la braga, ¿quién era? ¿un ángel? ¿Un demonio? ¿acaso importaba? Lo importante era que Paco volvia a ser motero. 
Paco rodó todos los dias. Unas veces Hacia ruta y otros solamente se acercaba alpueblo a hacer sus compras. 
En el pueblo no salian de su asombro al volver a ver otra vez a Paco sobre su motocicleta y lo que más les llamaba la atención, era la sonrisa que siempre exibia por encima de aquella braga con su alita plateada. 
Así pasaron algunos años, en los cuales Paco se sintió muy feliz, hasta que un dia, la dama de negro, vino a reclamar a Paco definitivamente. 
Los que acudieron a su funeral, aseguraron que Paco tenia en su ataúd, la misma sonrisa de cuando iba con su moto por las carreteras. 
El dia de su entierro, sus familiares y allagados, no pudieron evitar fijarse que a la entrada del cementerio, habia un chico vestido de motero que llevaba un chaleco con un ala plateada en la espalda. Aquel joven se apoyaba sobre una custom negra sin ningún distintivo, llamativamente limpia y con unos curiosos espejos en forma de ocho girado y cargada como para emprender un viaje exctamente igual que la otra moto que estaba aparcada a su lado. 
El entierro terminó y los asistentes fueron acercándose poco a poco hacia la salida del camposanto y todavia desde el interior, alcanzaron a oir el inconfundible sonido de dos v-twin arrancando y alejándose. 
Hoy dia, años después, los asistentes al entierro de Paco, siguen pregúntandose quién seria el conductor de la otra moto, compañero del chico, que con su figura desgarbada y una vieja chaqueta Vanson rodaba hacia el sol poniente. 
Hoy dia años después, y aunque nadie los ha visto, algunos vecinos del pueblo, aseguran oir algunas noches a dos bicilíndricos cruzar el pueblo, quién sabe con que rumbo, si irán de ida o de vuelta de alguna reunión con más como ellos o tal vez, de alguna fiesta motera donde beberán cerveza y hablarán de motos y todas esas cosas de las que hablan los moteros cuando se reunen. 

Y hoy dia, años después, algún vecino ha asegurado haber visto un motero parecido a Paco cuando era joven, con su moto parada en el arcén y su casco en el suelo, tal vez esperando la llegada de algún motero como él, que al verle se detuviera para ofrecerle su ayuda. 
Así que si algún dia veis en el arcén un motero parado, que lleve en el cuello una braga con una alita plateada, con una custom negra con los espejos en forma de ocho girado, no dejeis de parar a preguntarle si necesita ayuda, quién sabe con que os podrá obsequiar en muestra de agradecimiento. 


"Dedicado a todos los que un buen dia se subieron a una moto y ya no pudieron vivir sin ella"



La leyenda de la campana




¿ Habéis visto alguna vez una pequeña campanilla colgada debajo del radiador o parte baja de una moto (normalmente custom)? ¿Si?
Pues esta es su historia, disfrutadla:

LA LEYENDA DE LA CAMPANA


Hace muchos años, en una noche fría de diciembre, un viejo motorista rugiente volvía de un viaje a México, con sus alforjas llenas de juguetes y otras baratijas que había comprado para los niños de un grupo de casas cercanas a donde el trabajaba.

Mientras montaba a lo largo de esa noche, pensaba cuan afortunado era él en ese estado de su vida, tener un “socio” cariñoso como su moto que entendía su necesidad de vagar por las carreteras y que nunca lo había dejado tirado en los muchos años en los que habían compartido camino juntos.

Cercano a las 40 millas, al norte de la frontera, en el desierto alto, estaban al acecho un grupo de pequeños “critters” conocidos como “GREMLINS DEL CAMINO”.

Sabes, existen obstáculos en la carretera, tales como piedras, palos y pedazos de viejos neumáticos, y también clavos de esos temidos por los motoristas, y tantos otros objetos que influyen en el rodar de una moto, así los “GREMLINS DEL CAMINO” los aprovechan para tener una ocasión de regocijo sobre sus actos del mal.

Bien, este motorista solitario entró a una curva a la luz de la luna y los “Gremlins” lo emboscaron, haciéndolo estrellarse contra el asfalto, y en el resbalón –antes de detenerse- una de sus alforjas se rompió.

Yacía ahí incapaz de moverse, cuando los “GREMLINS DEL CAMINO” se acercaron hacia él. Bien, este motorista no estaba dispuesto a entregarse y comenzó a lanzarles los objetos que llevaba en sus alforjas, mientras los “Gremlins” seguían acercándose. Finalmente, se quedo sin nada que lanzar, pero, él tenía unas campanas y comenzó a hacerla sonar con la esperanza de asustar a los pequeños malvados “Gremlins”.

A una media milla, lejos acampados en el desierto, estaban dos motoristas sentados alrededor de una fogata mientras charlaban de su día de paseo y de la libertad que sentían cuando el viento soplaba en sus caras mientras recorrían el extenso país.

En la calma del aire de la noche oyeron un sonido parecido al de campanas de iglesia, y dispuestos a investigar fueron hacía donde provenía el sonido. Encontraron al viejo motorista al borde de la carretera con los “Gremlins” alrededor para raptarlo, procedieron a disuadir a los “Gremlins” hasta que el último se escurrió en la noche.

Estando agradecido de los motoristas, el viejo “perro del camino” les ofreció pagarles su ayuda, pero como hacen todos los motoristas verdaderos, ellos rechazaron aceptar cualquier tipo de pago. No siendo él partidario de dejar pasar un noble acto inadvertido, el viejo motorista corto dos pedazos de cuero de sus alforjas y les ató una campana a cada uno. Enseguida las colocó en cada una de las motocicletas de los motoristas, tan cerca de la tierra como fue posible.

El guerrero del camino cansado y viejo les dijo a los dos viajeros: “con esas campanas colocadas en sus motos, estarán protegidos contra los “Gremlins del camino” y siempre que estén en un apuro hagan sonar la campana y un compañero motorista irá en su ayuda”.

Así que cuando veas a un motorista con una campana, sabes que lo han bendecido con la cosa mas importante de la vida:

La amistad de un motorista compañero de ruta”.


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